Comparto una pequeña parte de mi recorrido contigo para que descubramos juntos puntos en común y poder quizás despertar ese deportista que tienes dentro. Sé que es fácil despertarlo porque yo lo hice, y si yo lo hice cualquiera puede 😉
Allá por el año de la polca, mientras estudiaba siempre tuve las ideas muy claras sobre el rumbo que quería seguir. Era una persona sana, practicante activo de baloncesto, natación y piragüismo que deseaba dedicarse al mundo del deporte. Contra viento y marea decidí dejar los estudios para trabajar en una oportunidad que me surgió como entrenador de natación después de haber sacado el título de la federación. A mis 18 años era un chaval sano con la cabeza amueblada y con un futuro prometedor…
Por aquel entonces cometí muchos errores como entrenador, a los atletas del club les tocó la rémora. Yo iba aprendiendo sobre la marcha lo más rápido que podía. Fueron 9 años de aprendizaje intensivo, dónde di mi mejor para colaborar en el cumplimiento de las metas de aquellos pequeños que hoy son adultos de provecho. Desde que abandoné los estudios confieso que darse de caras con el mundo real fue un choque de paradigma importante. Mi vida ya no se fundamentaba apenas en aprobar asignaturas al final de año, era más difícil que eso, ahora era un adulto sin estudios con un trabajo insostenible. Aparecieron muchos baches que no había aprendido a afrontar…
Mientras tanto por motivos meramente económicos cambié de trabajo. Empecé a trabajar en un país, rama y estilo de trabajo totalmente desconocidos para mi, el sector industrial. Aunque con el pasar del tiempo mejoró la relación con todos mis compañeros de fábrica, al empezar para ellos solamente era un sin estudios que, en la cabeza de unos cuantos, procedía de un país subdesarrollado. La idea era trabajar allí una temporada hasta encontrar algo para lo que estuviera más capacitado. Siempre di lo mejor de mi, ya que para eso me pagaban. No era un trabajo de ensueño pero tampoco mataba y aunque hubiera bastantes injusticias pagaban todos los meses, antes o después. En definitiva dediqué 9 años de mi vida a esta empresa.
Desde que empecé como entrenador hasta finalizar el trabajo como operario mantuve la forma durante más o menos 3 años, pero al cabo de un tiempo me convertí en un fumador con 25kg de sobrepeso, que pasaba la semana agobiado entre casa y trabajo. Pasé por una temporada de más o menos 6 años llena sensaciones de imposibilidad. Todo lo que había soñado algún día era lejano, inviable e inalcanzable para mi, lo viví como una quimera… Los fines de semana me transformaba en murciélago – salía de noche y dormía de día. Tampoco era un sufrimiento, solamente sentía que me estaba dejando llevar por las inercias. Sin saber bien porqué en esa etapa no estaba del todo satisfecho con mi estilo de vida. No me gustaba el tío que estaba al otro lado del espejo cada vez que «madrugaba» para comer con mi familia…
«Nunca es demasiado tarde para ser la persona que podrías haber sido.»
George Eliot
Algo tenía que cambiar, poco a poco substituí gran parte de los postres elaborados, chocolates y bollería industrial por fruta, el tabaco por dominadas, el alcohol por largos en la piscina (en aquel entonces era alérgico a correr) y las fiestas nocturnas de los fines de semana fueron siendo substituidas por actividades deportivas. Fue un proceso largo, al cabo de 2 años decidí empezar a correr, en la primera salida la idea era salir desde casa y correr 10 minutos, pero a los 5 minutos ya no podía más, tuve que volver caminando casi a rastras hasta casa. En este proceso había conseguido sacarme bastantes kilos de encima, me sentía saludable, optimista y con mejor humor, lo que mejoró la calidad de mis relaciones con los demás.
Hoy participo en carreras de montaña, asfalto y alguna de orientación, soy un atleta como otro cualquiera, con ganas de levantarse después de cada tropiezo y seguir esforzándose por mejorar. Me motiva tener «Metas Imposibles», y aunque muchas veces el resultado no es el idealizado, lo que realmente me satisface es mantenerme ilusionado a diario, las metas son solo el estímulo para seguir haciéndolo. Después de semanas, meses o años de preparación para un evento estrella donde se supone que el rendimiento debe ser óptimo, hay muchos factores que deben alinearse para que todo salga bien ese día en particular. Sin embargo, lo realmente gratificante es la sensación de mirar hacía atrás y ver que el camino recorrido con todos sus picos y valles está lleno de felicidad y aprendizaje.
Las piedras en el camino deben ser aceptadas y esquivadas con elegancia. Al romper algunas rutinas que consideramos insalubres, es habitual que todo el entorno se resista al cambio. Algunos te tacharan de loco y te dirán que llevas fatal el hecho de cumplir años 🙂 En mi opinión un loco es el que sigue haciendo lo que otros esperan de él y se olvida de si mismo. Cada vez más me doy cuenta de que la actividad física regular, una alimentación adecuada y la gestión del estrés son los pilares en la prevención ante las muchas patologías de los tiempos que corren.
Mejorar implica resiliencia, dedicación, constancia, sacrificio y sobretodo que te guste lo que haces. Cuando sabes hacía donde ir, el camino transforma tu estilo de vida y los días se vuelven más satisfactorios, productivos y saludables. Si necesitas un empujón para empezar, espero poder ayudarte a comprobarlo por ti mismo…
¡¡¡Te doy la bienvenida a nuestro humilde espacio virtual!!!